FE Y ALEGRÍA
“Fe y Alegría es un movimiento internacional de educación popular integral y promoción social, cuya acción se dirige fundamentalmente a los sectores excluidos, a fin de potenciar su desarrollo personal y participación social.
Fe y Alegría es un movimiento que agrupa a personas en actitud de crecimiento, autocrítica y búsqueda de respuestas a los retos de las necesidades humanas. Es de educación porque promueve la formación de personas conscientes de sus potencialidades y de la realidad, libres y solidarias, abiertas a la trascendencia y protagonistas de su desarrollo. Es popular porque asume la educación como propuesta pedagógica, ética y política de transformación desde y con las comunidades. Es integral porque entiende que la educación abarca a la persona en todas sus dimensiones. Y es de promoción social porque, ante situaciones de injusticia y necesidades de sujetos concretos, se compromete en su superación y, desde allí, en la construcción de una sociedad justa, incluyente, fraterna, solidaria, democrática y participativa.
Fe y Alegría opta por la educación como una estrategia fundamental para lograr una sociedad justa, equitativa e incluyente, entendiendo que el no acceso y la baja calidad de este servicio son causas y manifestaciones fundamentales de la marginación y de la injusticia social. Consecuente con esta percepción, Fe y Alegría comenzó su labor “allá donde termina el asfalto”, con el establecimiento de escuelas primarias en zonas marginales (…).
Hoy, Fe y Alegría se encuentra en las repúblicas de: Argentina, Bolivia, Brasil, Chad, Chile, Colombia, Ecuador, El Salvador, España, Guatemala, Haití, Honduras, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú (1966), República Dominicana, Uruguay, Venezuela (www.feyalegria.org).
A nivel del Perú, se viene trabajando en setenta y ocho instituciones educativas. La asignación de los números, va en directa relación con los años de fundación. Por ello, nuestra institución lleva el número cuarenta.
Narraciones
EL SECRETO MEJOR GUARDADO
Dicen los antiguos pobladores que habitaron una ciudadela maravillosa, ubicada en la actual región del Cusco, que tuvieron que abandonarla por orden del Inca, para venir a poblar a Tacna.
Según cuentan sus descendientes, un día el Dios Sol se peleó con la Madre Tierra (o Pachamama).
Pachamama no quería que el Dios Sol se molestara, con el barro creó unas personas, muy grandes y con mucha fuerza. Ellos podían levantar objetos hasta de mil kilos.
Creó a los habitantes, luego a la nobleza y al último, al Inca. La Madre tierra decidió llamarlo como Pachacútec.
El Inca Pachacútec era el que ordenaba, para que todos los habitantes vivieran en armonía, para que no haya hambre ni miseria.
La Pachamama y Pachacútec tenían que hablar cada vez que anochecía, para que el Sol no se diera cuenta.
Todas las noches, la Madre Tierra y Pachacútec conversaban para ver la forma cómo el Sol les perdonaría. Una noche, Pachacútec dijo:
-Madre, y ¿si creamos una muralla?
-No, es demasiado simple; necesitamos algo más grandioso.
-Y ¿si le hacemos un gran templo, dedicado para él?
-No, todavía es pequeño, tiene que ser más grande.
-Ya sé madre, le construiremos una extraordinaria ciudad.
-Puede ser, pero ¿en dónde lo construiremos?
-No lo sé, mañana saldré a buscar el lugar indicado, para que mi padre no lo vea antes de tiempo.
Muy temprano, salió Pachacútec a buscar el sitio adecuado para la gran ciudad. Tenía que ser en un lugar oculto, secreto; inaccesible, pero de una belleza incomparable.
Buscó, hurgó; caminó y caminó, al tercer día encontró el lugar ansiado. Se quedó mudo, era una inmensa montaña, parecía un paraíso. Pachacútec pensó:
-Este es un buen lugar, nadie podrá imaginar que dentro de este recinto se halla la gran ciudad.
Corrió a buscar a su madre, lo esperó impaciente, cuando llegó la noche.
El hijo le dijo a su madre:
-Encontré un excelente lugar, donde todos podremos ir a vivir, no habrá peligro alguno, ya que nadie se podrá imaginar su existencia en un lugar inhabitable.
-Dónde está ubicado,-preguntó la Pachamama?
-Ese lugar es una montaña, madre –contestó Pachacútec.
-Estás equivocado, hijo, tu padre no podrá verlo nunca, y jamás nos perdonará.
-Madre, es un lugar bello, cuando mi padre lo vea, estoy seguro que le gustará.
-Bien, hijo mío, mañana lleva a tus hombres y comiencen a construir la gran ciudad.
Al día siguiente, era el 21 de junio, los seguidores de Pachacútec caminaron a paso firme, y llegaron a la montaña indicada. Se hizo ofrendas al Sol, a la Madre Tierra, a las divinidades de los incas…
Inmediatamente Pachacútec llamó a sus amautas, les señaló el lugar de dónde se extraerían las piedras, la forma cómo deberían de ser tratadas; les indicó cómo iba a ser la hidráulica, los lugares donde pasaría el agua.
Y siempre pensando en los peligros que se podrían avecinar, les dijo que los cimientos de la ciudadela incaica deberían de estar diseñadas para grandes terremotos; además, en casos de invasión externa, podría convertirse en una gran fortaleza militar.
Luego, Pachacútec reunió a todos, les indicó el deber que deberían de cumplir, el sacrificio que ello significaba. Y todos se comprometieron a trabajar, y prometieron terminar la extraordinaria ciudad, al cumplirse el año cronológico.
Terminada la reunión, bebieron chicha, comieron ocas, guatias, chaccharon coca. Después, se fueron a descansar.
Pachacútec se dio cuenta que tenía un problema: no podía trabajar, porque su padre se podría dar cuenta. Entonces, escogió trabajar de noche, junto con su gente.
En la primera noche, vino Pachamama y le entregó un piedrita a su hijo Pachacútec, una piedrita a cada uno de los amautas, así fue repartiendo una piedrita a cada uno de los constructores de la gran ciudad. (Hoy, pocas personas tienen la piedrita, ya no les gusta trabajar; otras personas se han vuelto perezosas y su piedra se ha convertido en cálculo biliar).
Trabajaron todos, incluido Pachacútec, murieron centenares de pobladores; decenas de trabajadores quedaron heridos; todos se sacrificaban por el ideal colectivo: construir la gran ciudad en la montaña.
Cuando iba a salir el sol, todos los trabajadores ocultaban las piedras talladas, con ramas grandes, para que no viese el Dios Sol.
Llegó el 21 de junio del año siguiente.
Cuando el Sol revisaba sus dominios, se quedó sorprendido al ver la gran ciudad de la montaña. No supo qué decir, y se le cayeron unas gotas de fuego, luego se volvieron gotas de agua.
En eso apareció Pachamama, su esposa, y le dijo:
-Todo eso es tuyo, mi querido esposo.
-Gracias por darme esa sorpresa, en el día de mi cumpleaños. Y por favor, te pido me perdones, nunca más pelearemos. Un abrazo selló el amor de la pareja.
De pronto apareció Pachacútec, y preguntó:
-Todo lugar tiene un nombre, ¿Cómo se llamará la ciudad?
-Machu Picchu –contestó Pachacútec.
-Que así sea, replicó la Pachamama.
Al instante, aparecieron varios hombres, de color barro, y Pachamama le lanzó una mirada de súplica a su esposo, el Dios Sol.
-Está bien, pueden vivir, -habló el Sol- pero me tienen que prometer que construirán una gran ciudad, donde sus bases sean antisísmicas, tendrán que ver la hidráulica… (Thalia Apaza Maquera, 2A)
EL ORIGEN DEL AGUA
Hace mucho tiempo atrás, una gotita paseaba por el cielo, encima de una diminuta nube. Ella iba acompañada con muchas gotas amigas, que viajaban en la misma nubecilla, que era impulsada suavemente por el vientecillo.
De pronto, la gotita tuvo mucho frío, se sintió pesada y se cayó, llegando a caer encima de una montaña. Al darse cuenta lo que pasaba, se asustó y escuchó a lo lejos, las voces de sus amigas gotitas que le llamaban… De pronto, apareció el Sol con sus rayos afilados, y le dijo:
-Las plantas se están muriendo de sed, los ríos se están secando, los peces se están haciendo pescados… Nadie quiere salvar a esas criaturas de Dios. Sabes, ¿quién podría ayudarnos a salvar a esos seres indefensos?
La gotita recordó a su creador, evocó las enseñanzas que le dio el gran maestro sobre el amor.
-Yo amigo Sol, -contestó la gotita- voy a salvar a mis hermanitos.
Por primera vez, el Sol lloró por el desprendimiento desmedido de la gota pequeña. Las lágrimas del Sol dieron origen a los volcanes del planeta Tierra.
Al instante, los tiernos rayos del sol transformó la gotita en vapor. Luego se elevó al cielo, transformándose en una nube gris. Las gotitas se soltaron voluntariamente: decenas, centenares, miles, millones de gotitas bendijeron a las plantitas, a los ríos, a los pececitos…
Hoy, casi nadie recuerda esta historia de amor, por ello desperdician el agua bendita. (Cinthya T. Ramos Huanca, 1A)
LA PIEDRA RAYUMI
Cuenta la historia que hace muchos años atrás, en época de lluvia, de rayos y truenos, un rayo cayó en una gran piedra que se encontraba cerca de la actual carretera que conduce de Tarata hacia Ticaco. La piedra quedó con una gran rajadura en el medio, a causa del rayo, por tal motivo los pobladores le denominaron la piedra Rayumi.
Los habitantes relatan que en esa piedra vive el diablo. Un joven narró que en una ocasión, cuando él y sus amigos estaban viajando para tocar en un pueblo cercano, y siendo las doce de la noche, pasaron por allí y decidieron bajar del bus, para poder tomar un poco de aire y no quedarse dormidos durante el resto del viaje. En ese momento, de pronto, apareció una gran casa lujosa, y un hombre desconocido que los invitaba a pasar, proponiéndoles que tocaran para él, ofreciéndoles un gran pago por ello. Los músicos, sin pensarlo dos veces, decidieron aceptar y pasaron a la casa, sin darse cuenta que uno de sus amigos estaba un poco alejado del lugar.
Cuando el joven llegó a la casa, sus amigos ya habían ingresado a ella. Las puertas del bus y de la casa estaban ya cerradas. Entonces, él se quedó dormido en el suelo, sin ninguna compañía. Al día siguiente, cuando se despertó se dio cuenta que no había ninguna casa a su alrededor, sólo había una gran piedra.
Por ello, los pobladores creen que la piedra se tragó a los músicos porque ahí habita el diablo y a esa hora transforma todas las cosas, para poder apoderarse de nuestras almas. Hasta ahora, la gente teme pasar caminando por dicho lugar. (Brenda Karen Jahuira Menéndez, 5B).
CHARANGUITO EL ENCANTO DE SIRENA
La madrugada se acababa y con ella despertaba el infante corazón. El sol se daba al descubierto, el olor del eucalipto se preparaba para el desayuno. Era el momento de ir a la escuela, camino solitario, que era recorrido por nuestro inocente Toribio. El bullicio del alumnado paró con el ingreso del maestro Clemente, que ya empezaba a dictar la clase. Tocó el timbre y todos corrieron a casa, menos Toribio y sus amigos que estaban comentando sobre la belleza del lago.
Toribio era callado y sólo escuchaba la conversación, pero de pronto dijo: -¿una sirena en el lago? -eso es fantasía.
Y uno de ellos respondió: -pues, yo te digo que la he visto con mi primo, a escondidas y con mucho temor. Tuvimos suerte porque no nos vio.
Y Justino agregó: -la otra noche escuché decir a mi padre, mientras tocaba su charanguito, que le faltaba amor, magia y dulzura a sus melodías. Y luego, de cenar me manifestó que iríamos al lago, pero yo le dije que tenía mucho miedo. Entonces, me contó que esa hermosura de sirena tocaba el charango a las doce de la noche y si lo poníamos antes, ella lo tocaría. Pero, había que espantarla con piedras sin que te vea.
Es peligroso –dijo tartamudeando Simona- nadie se atrevería a resistir el encantamiento. Y así los amigos olvidaron el tema, pero en Toribio creció la curiosidad porque él tenía un charango que emitía sonidos horribles.
El corazón del infante latía rápidamente por aquella aventura. Toribio decidió salir en la noche, más oscura que nunca, con su charango. Llegó al lugar, se escondió y dejó el charanguito en la orilla detrás de una roca; mientras él observaba la belleza que salía con una luz tan brillante. La música gobernó la noche y Toribio con los ojos brillantes era atraído por la melodía, reaccionó en segundos y empezó a tirar piedras hasta que la sirena huyó y desapareció la luz. Él recogió el charango que estaba en la orilla, lo tocó y no podía creer lo que escuchaba, así corrió hasta quedar sin aliento, pero lleno de alegría.
Al día siguiente, pensó que todo era un sueño, llevó el charanguito a la escuela y lo tocó, las chicas se acercaban muy atraídas por él, como si fuera una tentación. Era tan hermosa la melodía que brotaba del instrumento que enamoró hasta los andes. Dicen que la curiosidad mató al gato, pues en este caso el gato mató a la curiosidad. (Loyda Corina Anahua Mendoza, 3C)
EL NIÑO POBRE Y RICO
Un día un niño muy pero muy pobre, llamado Luis, caminaba por una calle donde vivía gente muy, pero muy rica. Deseando ser como ellos, maldecía una y otra vez su triste suerte.
-¿Por qué no nací como ellos? ¿Por qué tengo que vivir así tan pobremente?
Entonces, un niño que no era ni tan pobre ni tan rico apareció de la nada y le dijo:
- ¿Tanto deseas los bienes que poseen ellos?
-Mucho más aún quisiera para no ser un plebeyo.
-Entonces, cierra los ojos con cuidado y concéntrate, para que tu deseo sea realizado.
Luis hizo tal como se lo indicó el desconocido y al abrir los ojos éste ya había desaparecido. Entonces muy apresurado y del todo convencido, se dirigió a su casa para disfrutar enteramente de lo prometido. Pronto llegó a una mansión muy grande, muy lujosa e impresionante. Buscó desesperadamente a su familia para compartir y disfrutar de la dicha obtenida; pero a nadie encontró en su angustiosa búsqueda. Fue así que se cuenta que se encontraba terrible y tristemente solo.
Gruesas lágrimas corrieron por sus mejillas mientras veía la “supuesta dicha” obtenida. Entonces cerró los ojos con cuidado y muy bien concentrado deseando tener nuevamente lo despreciado y al abrirlos descubrió que tenía una gran riqueza: una familia feliz. (René Loza, 2 C)
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